LO QUE PIENSO CUANDO TROTÁBAMOS JUNTOS

Mi vida ha cambiado bastante desde que nos mudamos a vivir al campo. Quizás no tanto, porque aunque me he vuelto campestre, a la llamada de una buena conversación, corro hacia la ciudad sin dudarlo. Pero no soy la única a la que la vida le ha dado un vuelco. Ha sido un fenómeno mundial. El COVID y su sombra alargada ha tenido, y continúa teniendo, a media población agazapada, sumida en la depresión o en la desesperanza. Algunos empiezan a observar cómo, amenazantes, las paredes de su casa se van doblando lentamente como hacía el papel pintado en aquel delirio del protagonista de ‘Barton Fink’ de los hermanos Cohen.

En mi vida de campo y gracias a mi querido y añorado Plug, (cuando pienso en él, me aprieta el estómago y me asaltan las lágrimas, porque su pérdida es muy reciente y me queda mucho duelo por pasar), empezé a correr por la montaña.

Algunos mediodías, agarrábamos mis zapatillas y su pelota, (déjala, que te la olvidarás por el camino), y trotábamos por  los ‘corriols’, por los que, tras nuestros pasos, y a distancia, cruzaban jabalís, corzos, ginetas o zorros… Yo no los veía, pero de repente, Plug desaparecía corriendo como un loco a identificar cada animal con su rastro y hacía que yo aguzara la vista y el oído,  ya que está claro que nosotros andamos sin conectar los sentidos en este medio agreste.

Pero justamente en ese entorno, tan distinto al nuestro y en el que nos colamos a veces, es donde más ideas brillantes se me ocurrían. Resolvía pequeños quebraderos de cabeza o bucles en los que yo misma me había metido, y recordaba por fin aquello que era muy importante aunque no fuera tan urgente. Y también aprendía a escuchar mis pensamientos, a dejar de hablar constantemente, a aparcar esa manía irrefrenable del blablablá.

Allí también descubría la trampa de los sentidos: mientras corres, como respiras, no oyes al bosque, pero si te detienes, ¡ohhh, maravilla, cuántos sonidos! el pájaro carpintero, el susurrar del viento entre los pinos, pero también el petardeo de la moto, (este hoy teletrabaja y necesita desconectar, ¿no podía hacerlo de otra manera?), el graznido del ‘gaig’, un pájaro precioso pero muy escandaloso, y luego ¡ahhh, qué miedo! el silencio de lo desconocido, unos pasos que se acercan hasta descubrir que es solo el aleteo de una paloma entre las ramas.

Con las endorfinas a tope, mi perro feliz y con la lengua fuera y yo con ganas de compartir y de crear, bajaba trotando de la montaña soñando en una idea nueva para incluir en mis yincanas, (la RAE dice que se escribe así), en aquellas reuniones activas que tengo pensadas desde que llegué para los equipos que vendrán. Todo estaba listo: los circuitos con sus lugares mágicos para detenerse, los juegos asociados, las sorpresas naturales… Mi objetivo era claro: quiero que los que vengan, no regresen a su casa igual: se conocerán y se querrán y se respetarán, se vincularán más con el proyecto, observarán desde mayor altura las circunstancias, se sentirán más afortunados con lo que tienen.

Y despues de algunos trotes, aquel chute de endorfinas me llevaba incluso a llamar a amigos y liarles para ayudarme con futuras catas de vino a oscuras en aquella cueva detrás de casa que huele a años, humedad y silencio, o talleres de meditación con sonido de campanillas y olor de primavera, rodeado de verde y respirando esperanza…

Por fin llegaba a casa.

Hasta hace un mes, Plug se adelantaba y desde lejos yo escuchaba un xoffff en la piscina. Entonces yo me tumbaba en la hierba mirando al cielo, y mientras se movían las nubes, estiraba mi maltrecha espalda. A mi lado, el móvil me apremiaba a subir al despacho para resolver peticiones pendientes.

Después de una ducha rápida, me sentaba en mi silla de siempre. A estas alturas, el sueño ya casi se había disipado y la realidad emergía ante mi, como parte de las últimas conversaciones que había tenido con aquellos clientes que nunca pasaron de potenciales…

… Cristina, nos hubiera encantado trabajar la Transformación de equipos contigo, en el marco que comentas y con las dinámicas que propones, pero no tenemos claro si en unos meses vamos a tener que prescindir de algunos colaboradores, y no queremos dar unas expectativas que quizás no podamos mantener.

… Cristina, nos han vuelto a recortar el presupuesto. El teletrabajo y las mascarillas no ayudan a la venta de nuestro producto. Hacer formaciones de este tipo con los equipos ahora mismo no está en las prioridades del CEO ni en un horizonte cercano.

… Cristina, llevamos la enésima versión de la estrategia. Estamos todos cansados, mejor dicho, agotados. Me encanta tu propuesta, pero no sé cómo puedo plantear internamente una dinámica de soft skills con la que está cayendo….

Entonces, cogía el mouse y lo arrastraba hasta el inbox con sus mails sin leer, que además ya  hacia rato que torpedeaban el flanco derecho de la pantalla. Así retornaba a mis proyectos y a mi disfrute que, por suerte, y buscándolo, es mucho. Y me olvidaba sin disgusto ni angustia de mi querido Mas Grau y sus infinitas posibilidades para aquellas personas que un día vendrán.

Acaba de llamarme mi amiga psicóloga y me confiesa: ´no sabes cómo están las personas en estos momentos, en mis 30 años de trayectoria no he visto nada igual. No puedo coger primeras visitas hasta dentro de tres meses.’ La escucho y mientras lo hago, vuelvo la vista al verde de las copas de los árboles que asoman tras mi ventana…

Te cuelgo, Sofia, que tengo otra llamada, y es una clienta’, le digo, y vuelvo a centrarme en mi trabajo, en mi buscado proyecto, mientras acaricio con el pie el suave pelo blanco de mi amado Plug y sonrío: ‘ya llegarán’…

MI EXPERIENCIA EN 3 LÍNEAS:

EL DESAFÍO

Cuándo esto acabe, que lo hará, ¿habrá una estampida en aquellas empresas que no hayan cuidado a sus empleados?

EL LOGRO

Cada vez que voy a correr, aún sin Plug, me siguen viniendo nuevas, locas e inspiradoras ideas, eso quiere decir que no todo está perdido.

EL APRENDIZAJE

Lideras un maravilloso proyecto, y te apresuras para llevarlo a cabo.  De repente, te das la vuelta y no te sigue nadie. Entonces sabes que la magia del proyecto se ha perdido.

En memoria de mi pequeño amor blanco, por toda la felicidad que me ha regalado. Mi Plug, mi ‘enchufe’ con tantas cosas bonitas…

Cristina Masachs
CEO Softlanding  

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