Más allá de la colaboración

Una de las novelas más famosas y conocidas por nuestra sociedad es la de Robinson Crusoe, un náufrago que consigue sobrevivir durante años a la soledad, las calamidades y el olvido en una remota isla desierta. Durante la época en la que se escribió ( siglo XVIII), se exaltaba la capacidad del ser humano “civilizado” para adaptar el entorno a sus necesidades. Hoy en día, sin embargo, está demostrado que nosotros somos los que tenemos que ser flexibles y que, para poder avanzar, necesitamos del apoyo, el conocimiento, el impulso y la colaboración de otros. Si esto es así, ¿por qué nos empecinamos en intentar impulsar inicialmente un proyecto solo con nuestro esfuerzo? ¿y si consiguiéramos que otros colaboren generosamente en nuestro objetivo?…

La frustración por no conseguir alcanzar unos objetivos no realistas, el bloqueo por el desconocimiento de un área técnica o la dispersión por querer abarcar demasiado en la prospección comercial, son los típicos problemas que surgen cuando trabajo con emprendedores y empresarios al inicio de un proyecto. No sé por qué razón se esfuerzan por cargar sobre sus espaldas la totalidad de las funciones, sean o no especialistas.

Para ayudar a todos ellos, especialmente en una tarea imprescindible para el devenir del negocio, convencer a nuevos clientes, vamos a compartir 7 consejos para conseguir la colaboración de otras personas en este objetivo. Nos sentiremos respaldados y acompañados, y ellos, ¡lo harán con gusto!: 

 ¿CÓMO CONSEGUIR LA COLABORACIÓN DE LOS DEMÁS?

1)      Buscar a personas en empresas de similar tamaño que sean complementarias a nuestra propuesta. Con ellas, podemos trabajar en varios sentidos: compartiendo listas de contactos, activando la recomendación o visitando juntos a un cliente. Es fácil encontrarlas en eventos de networking, ¡estemos atentos!

2)      Podemos también identificar a organizaciones que, a pesar de no ser de nuestro tamaño o complementarias, aún no trabajan nuestra especialidad, así que podríamos convertirnos en una ventaja para ellos. ¡Ofrezcámosles ser sus colaboradores!

3)      Identificar a personas de nuestro entorno que trabajen en una empresa-diana: los que nos conocen bien pueden ayudarnos a pasar el primer filtro en una empresa-objetivo o facilitarnos un contacto muy valioso. Eso sí, ¡no les defraudemos!

4)      Tenemos que empezar por las empresas que ya han sido clientes nuestros o en las que hemos trabajado. A partir de ellas, identificaremos otras compañías que podrían tenerlas como referentes. Allí plantearemos nuestra propuesta desde el conocimiento del sector, poniendo como ejemplo aquella firma. Sobre todo, antes de cerrar un proyecto, no olvidemos solicitar una recomendación al clientes, ¡nos servirá para hacer creíble nuestro discurso!

5)      ¿Por qué buscar empresas nuevas? A veces, las oportunidades surgen dentro de la misma compañía, especialmente cuando ésta tiene un tamaño considerable: si hemos trabajado con éxito para un departamento, podemos pedirle a nuestro contacto que nos facilite la entrada a otra área, incluso a otra división. Ya veréis que, si está agradecido por los resultados, lo hará gustosamente.

6)      En general, las personas somos bastante generosas, más de lo que creemos: un cliente agradecido no tiene precio, ya que si está contento con nosotros, proactivamente nos recomendará. Si no lo hace porque anda muy ocupado, se lo facilitaremos, pidiéndole que nos sugiera el contacto que considere adecuado o que podamos presentarnos de su parte. En ese sentido, no olvidemos de esa lista a nuestros antiguos clientes internos, aquellos con los que trabajamos dentro de la misma compañía. ¡No hay que perderles la pista, podrían ayudarnos también!

7)      Y finalmente, aplicad una regla de oro: nunca sabemos quién conoce a quién. Por ello, hay que salir del despacho y acudir a reuniones, workshops, conferencias, desayunos o eventos…aunque no parezcan afines a nuestra propuesta, a pesar que nos dé pereza. El hilo del networking es infinito.

MI EXPERIENCIA EN 3 LINEAS:

EL DESAFÍO:

Al inicio de cada nuevo proyecto aparece un momento de vértigo: ¿seré capaz de aportar el valor necesario?.Es precisamente esa sensación la que hace que sigamos persiguiendo la excelencia.

EL LOGRO:

Conseguir pasar la tormenta de la duda, y ser capaz de tejer con fluidez con el cliente, colaborando estrechamente, la base sólida sobre la cual se desplegará su idea de negocio.

APRENDIZAJE:

La consciencia de las propias limitaciones es el primer paso para abrirnos a colaborar con otros. Con su apoyo, podremos alcanzar territorios inexplorados…

Cristina García-Masachs  –  CEO Softlanding

 

 

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