Érase una vez …

A lo largo de nuestra vida hemos aprendido un sinfín de estribillos de canciones, incorporado decenas de slogans a nuestras frases y tarareado tontamente jingles de anuncios famosos. Muchos de esos mensajes se nos meten en la cabeza de forma impertinente y se enredan entre pensamientos más racionales…  ¿Qué tienen de especial todas esas frases para que se queden fijadas de forma permanente en unas mentes aparentemente olvidadizas y desmemoriadas? ¿Qué elementos contienen para que no se olviden?

Afortunadamente, los expertos ya han conseguido incorporar la palabra storytelling (relato) entre las necesidades de los equipos de Marketing y ya es imprescindible para cualquier marca relevante, pero…¿Cómo adecuar el relato a cada realidad? ¿Por qué es importante contar mi historia? ¿Cuál es el límite entre la realidad y la ficción?

Todas esas preguntas son las que tengo que resolver cuando mis clientes me piden que…

… les gustaría ver reflejados sus valores en la esencia de su marca

…querrían motivar a sus equipos en sus presentaciones internas

…necesitan convencer a sus potenciales clientes para que les prueben

…les gustaría transmitir por qué son diferentes a la competencia en una frase…

En realidad, lo que me están pidiendo es que les cuente un relato, así que allá voy:

Bienvenidos a un viaje fascinante en el que descubriremos aquéllos elementos que, incorporados a nuestro discurso, presentación o propuesta de valor, lograrán que nuestro mensaje quede enganchado y no se pierda ni se desvanezca…

 

1. SENCILLEZ: “El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera”, Ernest Hemingway.

Las palabras más sencillas albergan una gran profundidad, y sencillo no quiere decir simple o banal, así para lograr un mensaje eficaz tiene que ser entendible por cualquier persona. Si introducimos conceptos complicados o palabras que la mayoría no conoce, lo único que conseguiremos es que algunos no terminen de leer la frase.

La socialización del deporte por Nike:

 

2. PASIÓN: "La razón es también una pasión", Eugeni d'Ors.

El mensaje tiene que transmitir algo: acelerar el ritmo cardíaco, crear una complicidad en quien lo recibe, o cuanto menos, provocar unas risas. Y no importa que el discurso sea racional o emocional, cualquier tema necesita seducir o convencer a quien lo escucha y llevarle a una acción. Recordemos a Steve Jobs y sus presentaciones, y cuánta pasión destilaban…

Anuncio Budweiser Super Bowl (el anuncio más visto del 2014) Inevitable no acabar con la una lagrimilla asomando… 🙂 

https://www.youtube.com/watch?v=AfePHOT_Xlk

 

3. CERCANÍA: “Una de las cosas que más nos hace reaccionar es escuchar nuestro nombre…”, Mª Jesús Álava Reyes

A todos nos gusta sentirnos especiales, destacar entre la multitud o como mínimo, no ser invisibles. El mejor mensaje será el que se dirige a una persona, por lo que lo ideal es que sea lo más personalizado posible. El mensaje tendría que ser capaz de trazar un puente imaginario entre quien lo redacta o lo cuenta y el que lo recibe. Es imprescindible en el caso del entorno digital: en ese espacio virtual, salvaje y desconfiado, ¡necesitamos una dosis extra de humanidad!

La felicidad es para compartirla contigo, por Coca-Cola:

 

4. VEROSIMILITUD (CREDIBILIDAD): “Entre cuentas y cuentos, a las cuentas me atengo”, Anónimo

Todos los cuentos, por muy maravillosos o fantasiosos que sean, deben contener elementos que hagan creíble la historia. Y si se trata de productos, servicios o negocios, tenemos que asegurar lo esencial para nuestro cliente: confianza. Para ello hay que introducir argumentos que hagan creíble nuestro beneficio, y mencionar a personas o instituciones que puedan avalar nuestra innovación.

Balay vuelve a contar con sus trabajadores para su spot publicitario:

 

5. MELODÍA: “Antes de empezar a escribir, tengo que escuchar lo que suena en mi cabeza, porque si acabo una frase con todo sentido, pero a esa frase le faltan armonía y melodía, es que aún sigue incompleta, José Saramago

La melodía es aquello que nos ayuda a memorizar una frase o lo que nos hace enamorarnos de una voz. Por ello, la buena comunicación necesita también una estructura definida, un ritmo, un estilo propio, que tiene que ser consistente con los valores que quieren transmitirse. La melodía de la comunicación es la que permite adivinar quién eres, la que seduce, y la que consigue impactarnos y hacernos actuar.

Mediterráneamente, un estilo inconfundible y una canción del verano:

 

MI EXPERIENCIA EN 3 LINEAS:

EL DESAFÍO:

Comunicar desde las distintas voces el mensaje que se quiere transmitir. Es un ejercicio de empatía brutal con el cliente que te deja exhausto pero feliz.

EL LOGRO:

Cuando alguien te dice que has logrado sacar a la luz la esencia de su marca, no hay mayor logro.

EL APRENDIZAJE:

Todos sabemos contar historias, y bailar, y seguir el ritmo, solo falta que nos fijemos en los niños para confirmarlo. Así que si le ponemos un poco de sinceridad y disciplina, y ordenamos nuestros pensamientos, la mejora será percibida para cualquiera que nos escuche.

 

Cristina Garcia-Masachs, founder of Softlanding

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